En la oficina de Correos de Las Arenas ha llegado una queja, que sepamos, por la forma de actuar de alguno de sus carteros. De la que fuimos testigos. A saber. Las cartas certificadas deben subirse hasta el piso del receptor. Pues bien, en esta ocasión el cartero tocó el timbre del portero automático, le abrieron la puerta y fue directo al buzón a dejar la papela amarilla y blanca. Es decir, no se dignó a subir a un primero después de que le habían abierto en ese mismo piso. Y puso: “ausente”. Es de risa. ¿Será el único caso? Algo nos dice que no.